La propuesta que Sáseta nos hace, enmarcada dentro de su asignatura "Introducción a la Teoría e Historia del Espacio Escénico y del Edificio Teatral"(que para abreviar en un futuro llamaré Espacio escénico) es la de imaginar, diseñar, proyectar y pensar en una escenografía basada en cualquier tema que nos resulte de interés, si bien se aconseja seguir aquellas que sean conocidas por una mayoría, pudiera ser un cuento popular, una gesta mítica, una música, una ópera, una obra de teatro propiamente dicha...
Me inclino, desde hace ya un tiempo, a fantasear y encomiar las arquitecturas y escenografías imaginadas y elaboradas para el llamado Expresionismo alemán en lo que fuera la cuna de la cinematografía. La compleja sencillez de sus formas, la realidad vista a través de la irrealidad, lo surrealista, lo onírico y lo deformado, los juegos de luces y sombras, con unos claroscuros contundentes (que a su vez conecto con un referente contemporáneo: Mike Mignola) , la cercanía con el teatro tradicional, en un momento sin referentes cinematográficos y con las artes tradicionales puestas en crisis, la construcción de unos decorados donde la imaginación puede al hiperrealismo y los materiales sencillos pero bien tratados crean mejor el espacio sugerido que cualquier produccción escenográfica que se base a golpes de talonario. Por todo ello, con mi ignorancia pero dispuesto a aprender de estos maestros ya lejanos en el tiempo, me decido a embarcarme en una adaptación escenográfica de la historia del Golem de Praga.
Pero antes quiero reflexionar sobre estas arquitecturas expresionistas:
Dice Sáseta en sus clases que una silla real, dispuesta sobre la escena, el lugar donde la obra se representa, se torna irreal. El efecto contrario, el pretendido y dificilmente conseguido, es hacer que una silla sea real en el escenario. Y para ello, una silla ficticia se necesita. En el Gabinete del Doctor Caligari encontré un ejemplo perfecto, una silla con desmedidos respaldos, esbelta. Pero en el expresionismo no sólo la silla es irreal, todo el espacio es irreal, de quiebros, falsas sombras, ventanas quiméricas, es en ello en lo que me baso.
Necesito para la historia del Golem un espacio que sea el Guetto Judio de Praga, que sea una representación, un simbolismo de ese tiempo y lugar. Las arquitecturas no tienen porqué ser realistas, y los juegos de sombras, las luces de las farolas literalmente dibujadas sobre el suelo, las perspectivas forzadas... todo aquello que se expresa en esta otra escena es un acto que quiero apropiarme para mi diseño. Hay que fijarse también en el diseño de vestuario que lo acompaña, en la focalidad de los lugares donde los actores van a ejercer, en los lugares transitables y los que sólo parecen serlo...
El uso de la misma escenografía desde otro punto de vista, que modifica sustancialmente la percepción de ese espacio, también es un recurso que considero muy útil, interesante y realizable.
Una escenografía que representa una calle, y sin embargo no tiene nada de ello. Sólo son formas estridentes, de aristas y vertices que se van moldeando, ilustradas con sencillos trazos expresivos, rápidos y quebrados. No creo que haya mejor forma de usar lo que no es para conseguir lo que es.
La escalera, como elemento arquitectónico bien utilizado, me provoca las sensaciones más esotéricas y cabalísticas. Esta escalera, que no se si lo es en verdad o es solo un efecto óptico, está llena de misterio, de sombras y luces que la conforman. Los escalones sólo son las lineas de sus sombras y la reflejada de los edificios adyacentes, que por otra parte, tampoco son edificios.
Otros ejemplos se pueden ver en la famosa escena de Nosferatu, y también en la película del Golem, donde las escaleras quebradas son elementos importantes en su formalismo.
Me inquietan no sólo las carpas de la feria, sino más aún las casas de la izquierda. Son meros trapecios deformados que despuntan, con ventanas dibujadas sobre sus superficies, y sin embargo la idea del barrio, de la ciudad, está ahí.
Las azoteas falsas, las simples tiras para representar chimeneas...
Aparte del singular puente, la fraudulenta vegetación, de tiras negras que sobresalen por los laterales, abigarrando la escena.
Por si fuera poco, el espacio escénico en esta ocasión lo conforma únicamente la sombra del Doctor Caligari. Se desviste de todo lo innecesario, de las lineas quebradas y de la arquitectura de cartón. Es la mera yustaposición del negro sobre el blanco lo que hace aqui que el espacio sea.
Recuerdo de nuevo la alargada sombra de Nosferatu cuando sube por la escalera.
Y ahora echaré un vistazo a los interiores de las casas. Me interesan especialmente, pues dentro del imaginario del Golem, las angostas casas de los judíos, los comercios, las salas y laboratorios de los eruditos, lectores de la cábala y sabios rabinos, asi como la sinagoga y su particular cementerio, son muy importantes.
Unas paredes curvas, con muebles de mayor convencionalismo añadidos para hacer reconocible los diferentes espacios (y aún asi dispuestos de formas poco realistas), las extrañas ventanas flamígeras... más elemetos interesantes.
La creación de una puerta en base a dos níveos lienzos con un motivo simbólico pintado, entre ellos el negro de la oscuridad y del vacío hace las veces del propio vano de la entrada.
La luz del candelabro es el tema omnipresente en esta hipnotizante escenografía. El reflejo en las paredes está literalmente pintado con filos estridentes de blanco sobre puntiagudos negros. La sombra de los objetos también es representada de forma artificial, creando una atmósfera irrepetible.
Creo que se pueden conseguir elementos muy interesantes adaptando estas ideas de escenografía expresionista sobre la historia del Golem. Si bien existe una propia película expresionista del mito, no es tan rotunda en su pureza de género (aunque si tomaré prestados detalles de ella, que ya contaré). Otras películas son asimismo interesantes, como M el vampiro de Dusseldorf, Nosferatu o Metrópolis, aunque esta última se hibrida con el Art Decó y las composiciones rectas para su puesta en escena, lo cual sirve para representar una ciudad futurista, pero no un guetto de tradicion medieval.
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