lunes, 22 de octubre de 2012

Eco-Sci-Fi 1: Do Androids Dream of Electric Sheep?




¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?

Aparte de tratar el tema de la identidad humana a través de sus límites, como lo son los androides “replicantes”, en esta novela de Philip K. Dick, inspiradora de Blade Runner, aparecen una serie de elementos que pueden ser enfocados desde el prisma medioambiental:
                                        
La radiación.  Este fantasma de fondo, enemigo de la humanidad y el planeta, transcurre como un marco en toda la novela.  La Tierra está despoblada, en parte por las consecuencias de la guerra nuclear, en parte por las emigraciones a otros planetas no contaminados por la radioactividad. “Emigra o degenera. Elige” es el anuncio que todos los días y a todas horas hace la ONU desde las televisiones. Y es que la lluvia, y sobre todo, el polvo radiactivo, provocan mutaciones,  enfermedades, esterilidad,  perjuicios en el ADN…


La poca gente que vive en la Tierra, en edificios vacios y abandonados, está condenada a la extinción. Se cuidan de salir a la calle, protegidos por gafas, guantes y paraguas para la lluvia ácida. Los varones se protegen los genitales con una coquilla de plomo para no quedarse impotentes.
Este hecho provoca los demás puntos “en contra de la ecología” de la novela:

La radiación ha provocado que todas las especies del planeta estén extintas o en grave peligro de extinción.  Existe una cultura, basada en la gravedad de la situación, en torno a la sacralidad de los animales. Todo el mundo debe tener un animal para cuidarlo, siendo su posesión más valiosa, incluso por encima de su familia. «A esa cabra [...] la quieres más que a mí. Y probablemente más que a tu esposa». Si el animal es genuino, el estatus social del dueño es elevado. Se compran basándose en modas según la revista Sydney, donde aparecen los animales que aún existen y el precio de los ejemplares extintos. Pero hay otras posibilidades más económicas: Los animales eléctricos.  Quien no pueda costearse un animal auténtico (es decir, la mayoría de la población) se conseguirá un androide animal (creado por las mismas compañías que fabrican replicantes) que sólo necesitará electricidad para “vivir” y que parecerá uno autentico a ojos de sus vecinos.  Preguntar si el animal de una persona es orgánico o androide es como averiguar si los dientes, el pelo o los órganos internos de una persona son genuinos.

El Kippel es otra de las ideas clave de la novela, que nos habla de este mundo desgastado por el desarrollo de la humanidad. Es una actitud filosófica sobre lo material, sobre el tiempo y sobre los ciclos vitales. La primera regla del Kippel es: el Kippel expulsa al No-kippel.



«Kippel son los objetos inútiles, las cartas de propaganda, las cajas de cerillas después de que se ha gastado la última, el envoltorio del periódico del día anterior. Cuando no hay gente el Kippel se reproduce [...] cada vez hay más».

«Nadie puede vencer al Kippel, salvo, quizás, en forma temporaria y en un punto determinado, como mi apartamento [...]. Pero algún día me iré, o moriré, y entonces el Kippel volverá a dominarlo todo. Todo el universo avanza hacia una fase final de absoluta Kippelización».

«Este ensayo terminará, la representación también, los cantantes morirán y finalmente la última partitura de la música será destruida de un modo u otro, el nombre de Mozart se desvanecerá y el polvo habrá vencido, si no es en este planeta en otro cualquiera. Sólo podemos escapar por un rato. Y los andrillos pueden escapar de mí, y sobrevivir un rato más. Pero los alcanzaré o los hará otro cazador de recompensas. En cierto modo -observó-, yo soy parte del proceso de destrucción entrópica. La Rossen Association crea y yo destruyo. O al menos, eso debe parecerles a los androides».


Esta forma de pensar es debido al despoblamiento de la Tierra: Los muertos de la guerra y los colonos que emigran dejan sus casas, sus posesiones, los elementos no vitales y sin importancia de sus anteriores vidas. Pero aún es más: habla sobre los elementos desechables, sin uso, con una vida fugaz como pueden ser los embalajes, los clínex, las botellas de plástico, los tickets de metro… objetos que han sido creados para ser devaluados en cuanto se usan, que ni siquiera tienen valor intrínseco, que vienen agregados al objeto de importancia.

Esto casa sobremanera con todos los problemas que se exponen en Cradle to Cradle, donde el problema de los objetos que van de la cuna a la tumba se hace evidente. Incluso Deckard se transforma aquí en la parte de un proceso final, el de los replicantes. 

Y también se incurre en una tercera observación: Sin seres humanos, el kippel lo dominará todo.  No se ve a los seres humanos como el causante de ello, sino como potenciadores de los elementos que existen, como clave para su puesta en valor. Aunque también puede ser tomado como un centrismo del ser humano, al ver los objetos como importantes sólo por su utilidad. Pero se puede sacar positivamente el pensamiento de que somos los seres humanos los que mantenemos los ciclos vitales. Sin seres humanos, las cosas van de la  cuna a la tumba. Con ellos, duran para siempre.


Un tercer tema, asociado tanto a la decadencia de la Tierra como al paradigma de lo real versus lo ficticio, es el Mercerismo. Un movimiento religioso/filosófico imperante centrado en la figura de Wilbur Mercer, un hombre de antes de la guerra. Mercer se esfuerza en revertir la putrefacción, la decadencia con la alegoría de una cuesta que ha de subir hasta alcanzar la cima. Desde lo alto, sus adversarios lanzas piedras para frenar su ascenso, y el ciclo vuelve a empezar.



Los seguidores del Mercerismo, en la novela, se conectan a una “caja de empatía”, un elemento eléctrico que altera o provoca estados emocionales a disposición del usuario. Cuando se conectan a Mercer, sienten que son ellos los que escalan hacia la cumbre. Para el Mercerismo, compartir las emociones es el mayor acto de la vida. Guardárselas es inmoral.
En contraposición, el amigo Buster es un presentador que emite las 23 horas en televisión y varios programas de radio, y suele atacar al mercerismo y a toda su filosofía, al parecer, sin consecuencia ninguna.


La realidad velada propone que ambos personajes, ambos aspectos de la sociedad son simplemente falsos, seguramente basados en dos replicantes, debido a la inmortalidad y permanencia de éstos. El uno representa la religión, como un sentimiento de culpa y una penitencia por la situación del planeta. El otro, la representación de lo banal y consumista, la despreocupación de todo tema importante. 
Son dos posturas equiparables a las que exponen en Cradle to cradle, donde ni la manera de pensar de muchos empresarios, intentando explotar los recursos lo máximo posible sin prever las consecuencias, ni la de los activistas acérrimos que se toman la defensa del medio ambiente como un castigo espiritual, que ven en el ser humano la causa de todos los males (cuando, como vemos con el kippel, el ser humano propicia que lo inútil no exista)



¿Cuál es la solución? ¿Emigrar a otros planetas donde la vida para el ser humano no es tan apta? ¿Quedarse en una Tierra contaminada por la radiación, a expensas de la salud genética del ser humano? ¿Cuidar de los animales como si fuesen los objetos más sagrados y valiosos, hasta que el último de ellos desaparezca? ¿Vivir en la ficción o en la realidad, sin innovar, hasta que el kippel lo domine todo?

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