Si los poetas son los legisladores no reconocidos
del mundo, los escritores de ciencia ficción son sus bufones de corte. Somos
Payasos Sabios que podemos saltar, dar cabriolas, hacer profecías y rascarnos
en público. Podemos jugar con las Grandes Ideas porque el extravagante colorido
de nuestros orígenes de revista barata nos hace parecer inofensivos.
Y los escritores de ciencia ficción tenemos siempre la posibilidad de retozar alegremente: ejercemos influencia sin tener responsabilidades. Son muy pocos los que se sienten obligados a tomarnos en serio; y no obstante, nuestras ideas se filtran en la cultura, la recorren burbujeantes, invisibles, como una radiación de fondo. [...]
Y los escritores de ciencia ficción tenemos siempre la posibilidad de retozar alegremente: ejercemos influencia sin tener responsabilidades. Son muy pocos los que se sienten obligados a tomarnos en serio; y no obstante, nuestras ideas se filtran en la cultura, la recorren burbujeantes, invisibles, como una radiación de fondo. [...]
Bruce Sterling, prefacio a Quemando Cromo
¿Por qué usar
la ciencia ficción como herramienta para comprender el ecologismo?, sería una
de las preguntas más afortunadas que podríamos hacer al proyecto que estoy
llevando a cabo. Sterling nos contesta en parte: la ciencia ficción, aunque
pueda ser tratada como pulp y menospreciada por la amplia mayoría de la
sociedad, constituye una de las vetas más fecundas en materia de ideas de
cualquier índole, desde científicas a sociológicas, desde la crítica política a
la psicología freudiana. A menudo siendo punta de lanza en sus tratamientos. Todas
estas ideas acaban filtrándose en la sociedad, como fantasmas de baja ralea, y
al final los más profanos en ciencia ficción manejan sus conceptos con la maestría
de la sociedad de masas.
Y la ecología es una de las ramas más
visitadas.
Cómo no va a
serlo, si uno necesita crear todo un ecosistema para explicar un determinado
mundo, o hacer una crítica sobre los problemas científicos o sociales que vendrán
en el futuro, así como las temidas catástrofes naturales. Explicar el contacto
con especies alienígenas, o la bioingeniería cyborg. Razonar los detalles más nimios
del viaje espacial, ese arte tan milimétrico y calculado, que debe ser
totalmente sostenible. La comida, el aire reciclado, la propulsión y la
captación de energía. La forma de colonizar y terraformar los planetas.
Hay que tener
cuidado, y no interpretar la ciencia ficción como un futuro obligado, sino, en
la mayoría de veces, como una advertencia: Esto podría pasar. La ciencia
ficción aporta hipotéticas soluciones, pero aún mayores problemas posibles.
Y en esto, uno
de los autores patrios más importantes, Domingo Santos, plantea que esta
influencia en la sociedad de la ciencia ficción ecológica es discutible:
Si ha servido para concienciar, ha sido en una
medida muy pequeña. El hombre de la calle mantiene una grave contradicción:
arregladme el planeta, dice, pero no me quitéis todo lo que he conseguido hasta
ahora, no me dejéis sin nevera, sin televisor, sin coche. En este marco, la
literatura puede ser poco más que un testimonio.
En cierto modo ejercen el curioso efecto de
tranquilizar conciencias, al presentarnos unos relatos del futuro tan
pesimistas que podría interpretarse que nos podemos dar con un canto en los
dientes con el estado actual de las cosas.
Pero no es
así, y la ciencia ficción constituye un marco teórico irrepetible para plantear
las ideas, posibilidades y problemas del ecologismo, y basta echar una pequeña
mirada para cosechar conclusiones muy interesantes y diversas. Los libros de ciencia divulgativa, los
manuales técnicos o los panfletos ecologistas no son capaces de enseñarnos (o
sumergirnos) una concepción básica del ecologismo, y mucho menos entretenernos con
un argumento literario que hilvane todas esas ideas. Nada puede impactar más
que un mundo en el que los casquetes polares se han derretido, la gente usa
mascarillas para la radioactividad mientras se muere de hambre a causa de la
superpoblación y la extinción de los ecosistemas.
La ciencia
ficción se basa en las ideas sobre el futuro. Y el futuro es ahora.
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