sábado, 19 de mayo de 2012

No hay nada hecho con más amor que un objeto fabricado por una máquina

 FabLab 13: Fablabbing the Digital Garden.




 El taller consistía en la fabricación de un prototipo de jardín-huerto digital, usando para ello Grasshopper como programa de diseño paramétrico, junto con la maquinaría de fabricación del FabLab.  A esto le añadiriámos componentes de hardware/software como Arduino, Firefly, Kinect...

Nuestro grupo (José Laulhé, Juanjo Olmo, Alba Jurado, Belén Barrigón y un servidor) se  encargó, tomando la división de Empédocles, de la parte Tierra del jardín (quedando conformados los otros grupos como Agua, Fuego y Aire)

Usamos un modelo base para fabricar la maceta, aportado por Jens Divyk www.dyvikdesign.com que en su FabLab WorldTour se ha pasado por Sevilla para compartir con nosotros su experiencia (y llevarse dicha maleta más cargada aún)

Este modelo (creado en gh en apenas unas horas delante de nuestros atribulados ojos) permite modificando los parámetros crear diferentes variaciones, en una apuesta, además, por el diseño libre y compartido.

Para personalizar nuestra maceta y dotarle de un dispositivo que conformase aún más su dualidad física-digital, programamos, con ayuda del plug-in de gh Firefly, un sensor de humedad que nos informase del estado de la tierra donde estaba arraigada la planta.  Para ello nos valemos de una placa Arduino Uno ( maravilla del open hardware), un Protoboard (para experimentar con circuitos electrónicos sin necesidad de soldar) asi como cableado, LEDs y resistencias varias.


El sensor en sí se conforma de una manera artesanal con dos puntillas introducidas en una clema de conexión (típicas para hacer empalmes) seguida del cableado que conectará con nuestro circuito.  Asi puede clavarse en la tierra y medir, por la propiedad transmisora del agua, la humedad de la misma.


Hicimos diferentes pruebas una vez montado el esquema básico del dispositivo, que hacía encender un LED cuando se sobrepasaban unos parámetros (que habiamos medido previamente cuando la tierra de la planta estaba seca, estable o húmeda. Añadiendo complejidad (tanto en el hardware como en su homólogo software) conseguimos que dos LEDs, uno rojo y otro verde, se encendiesen cuando la humedad era menor o mayor, respectivamente, a la adecuada. Incluso logramos hacer que parpadeasen cuando llegaban a niveles críticos.

El último paso, tras haber estado experimentando y jugando con diferentes posibilidades, fue crear una escala de humedad con los LED,  cuatro rojos y cuatro verdes.  Con una humedad óptima, ninguno se encendía, pero cuanta menos o más humedad captase el sensor, se encendían de uno a cuatro LEDs del mismo color (como ya he dicho, rojo para sequía, verde para cuando la planta se ahoga) parpadeando como alarma si superaba los valores que hacían encender los cuatro LEDs a la vez. El dispositivo ya estaba diseñado.


Ahora sólo nos hacía falta volver a diseñar la maceta para integrarlo en ella. Alargamos una de las patas para atornillar el Arduino a ella, le dimos más anchura a la circunferencia superior para albergar el cableado y la escala de LEDs como si de un velocímetro se tratase. (Aunque a mi me recordaba más a un afinador digital). Volvimos a fabricar la nueva variación de la maceta usando la cortadora láser (gracias al demiurgo José Buzón, que allí parecía un Vulcano cyberpunk) e insertar el circuito si necesidad de la Protoboard  (con ayuda a Jens, que no sólo nos echó una mano con los comandos de Firefly, sino que estuvo empalmando y conectándo el circuito con nosotros, wiring, que decía él)

Y este fué el resultado, una maceta paramétrica con un cirtuito integrado de un dispositivo sensor de humedad. Un objeto con sombra en lo físico y en lo digital, como aquello de lo que nos habla continuamente Toyo Ito  (arquitecto citado, además, en la definición del taller)

Los otros grupos crearon diferentes dispositivos:  El grupo fuego hizo una cúpula translúcida que se abría y cerraba según un sensor de luz; el grupo de Agua programó una fuente de riego que se activaba y rotaba también con la diferencia de luz (y que pensamos que podría conectarse al nuestro) y el equipo de aire diseñó unas pantallas contra el viento que, según la dirección y fuerza de este, se movían gracias a una rueda dentada (muy steampunk) para proteger a la planta sin asfixiarla. El propio Jens creó un brazo que sujetaba la tapa de un tupperware (de los que usamos como recipiente) y se movía de arriba a abajo, o saludaba, si uno hacía lo propio delante de la Kinect (como un mono imitador.


En definitiva, un taller muy entretenido donde aprendimos a manejarnos en Grasshopper y Firefly, jugar con la maquinaria de fabricación y la electrónica, integramos lo digital en lo físico, lo natural en lo artificial. Como un cyborg.  A ver que hacen los del CicusLab...





PD:Y ahí dejo alguno de mis pensamientos:    No hay nada hecho con más amor que un objeto creado por una máquina. No hay nada más sensato que dejar la frágil naturaleza al cuidado de un dispositivo. Porque detrás no sólo esta la perfección mecánica, también la mente que ha dedicado sus horas y su preocupación en ella.

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