martes, 24 de abril de 2012

El Abuelo - TuCasaEsComala

A finales de Septiembre, una colega de Gijón, del grupo que nos juntamos todos los años en la Semana Negra, me avisó sobre un proyecto literario que unos conocidos suyos llevaban a cabo y en el que ella participa. Sacan un fanzine de un solo A-4 doblado de forma original y cuidadosa donde caben poemas, microrrelatos, fotos y relatos cortos. Su nombre es TuCasaEsComala.


Aquí podeís descargaros todos los números de la revista.

Hoy mismo me acaban de llegar varios ejemplares por correo del nº 9 de la revista (un número fetiche que me parece muy especial) en cuyo interior, entre otras aportaciones, se encuentra mi primera colaboración con esta revista: un relato corto:



El Abuelo

La casa era antigua. Clásica en un modo en el que todas las cosas de ancianos son clásicas. Con muebles viejos sin más valor que el sentimental. Un arcaico televisor LCD yacía siempre apagado en una de las esquinas. Montones de libros analógicos conformaban la mayoría de las paredes, sujetados por estanterías polvorientas.
La puerta, la enorme puerta, estaba acolchada a hinchados cuadros color carmesí. Un robusto cerrojo se ocupaba de una seguridad largo tiempo superada por el bluechip, las keycards y los escáneres de retina.
La luz iridiscente apareció frente a la puerta, como chispas de pólvora digital sobre un ruido blanco. Un ejecutivo de mediana edad accedió al vestíbulo. La puerta seguía cerrada.
-Hola papá. Qué, ¿cómo has estado estos días?- preguntó, mientras se desconectaba los cables de la nuca y de la comisura de los parpados.
-Bien, bien, como siempre, sin poder moverme mucho- el anciano, vestido a la moda de hace cuarenta años y con una bata de trama escocesa por abrigo, contestó con alegría desdeñosa mediante palabras apoyadas en su bastón.
-Ya te dije que deberías mudarte. Sin teleportador, sólo con el viejo ascensor, va a llegar un momento en el que no puedas bajar al centro comercial de paseo. Hemos encontrado una residencia muy buena, te hacen de comer, tiene telepantalla, simestim, sala de ordenadores Hosaka…
-Tonterías, yo siempre he podido seguir adelante en esta casa.
-¡Hola abuelo!
-¡Ya están aquí mis nietos! ¿Por qué habéis tardado tanto?
-Estábamos con mamá, aparcando el speeder en el bloque de enfrente.
-¡Pero si vivís a seis manzanas! Bueno, al menos esto es una visita, que siempre os veo por el ciberespacio.
-Internet, abuelo, internet. ¿Has visto mi nuevo reloj? Me lo han insertado subcutáneamente. ¿A que es chulo?
-Es horroroso.
-Por cierto-dijo el cabeza de familia- te vamos a comprar un eBook. Podrás tener todos esos libros digitalizados, no en todas estas estanterías. Seguro que te cuesta limpiarlos. Así podremos llamar a los bomberos para que los destruyan.
-¡Dejad mis libros en paz! Si al menos los leyeseis.
-Pero abuelo, tengo conexión a Internet con la interfaz Zeratech de detrás de la oreja. Puedo descargarme las sinopsis y películas cuando quiera. En el colegio soy un buen netrunner, he sacado un ocho en  blogs y lenguaje SMS.
-Bueno, y el mayor que, ¿ya sabe a qué va a dedicarse?
-Voy a optar por la carrera militar, abuelo. Así cuando sea veterano podre adscribirme al sufragio.
-Antes el sufragio era universal, yo he votado muchas veces…
-Papá, ya está el abuelo chocheando, dice que le dejaban votar.
-claro que sí. Y si al menos leyeseis algún libro: Tropas del espacio, o La guerra interminable, sabríais que es lo que pasa.
-Pero abuelo, ya te hemos preguntado de qué te quejas. Tus libros también hablan de todas estas cosas.
-Mis libros hablan de ellas, como advertencia-su semblante serio lo decía todo.
-Papá mira, nos tenemos que ir. Sandra tiene deberes en un MMORPG y Johnnie debe comprarse en eBay un uniforme de camaleonina para la academia militar. Si alguna vez tienes problemas, llámanos y te enviaremos a la residencia, no te preocupes por el dinero, la Corporación Arasaka cubre los gastos.
Las chispas volvieron a aparecer.
El anciano se quedó de nuevo solo en su viejo butacón, con no más luz que una pequeña bombilla de tungsteno, leyendo Nosotros, de Zamiatin.  Cientos de obras le rodeaban. Farenheit 451, Solaris, 1984, Trilogía de la Fundación, El eternauta, Mercaderes del espacio, Ubik, Watchmen, Crónicas marcianas, Mundo Anillo, La carretera, Neuromante, y muchas, muchas otras.
Realmente, no estaba solo.


M.G. Villarrubia



 Espero que disfruteis tanto de mi relato como de la propia revista, y si os animais a colaborar, tanto mejor.

1 comentario:

  1. Gracias por dedicarnos esta entrada, Miguel, la verdad es que con críticas así da gusto!!

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